Queremos ser libres pero nos hallamos encerrados en la misma libertad que tanto creemos desear.
¿Cómo?
La libertad es un vacío insoportable en el que la determinación se ahoga en subjetividad. Nada es fijo, nada es confiable, nada es cierto ni falso y nada es definitivo. No hay principios, valores ni verdades que puedan definir ideologías ni personalidades. La libertad absoluta significa la disolución del ser y la libertad absoluta significa la renuncia del ego. La libertad más pura evoca ansiedad porque nuestro mayor anhelo es dar sentido a nuestra existencia y demostrarnos a nosotros mismos que existimos, mientras que lo opuesto significa nuestro mayor miedo. La oscuridad no da miedo por su color, da miedo por su falta de contenido, por su indeterminación desesperante. Por eso, sin saberlo, huimos del vacío que supone la mal entendida libertad. Los extremos se tocan y generan paradojas y estamos encerrados en la paradoja más grande, presos en un espacio infinito sin rejas, puertas ni ventanas: el libre pensamiento consciente.
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