….
“De todas formas, me gusta posicionarme siempre en el lado opuesto. Creo que se debe a mi innata devoción por la subjetividad, aunque está devoción suele desvanecer cuando comienzo a defender una posición… Sea como sea, me gusta poner en cuestión las bases y no lo puedo evitar. Demasiado a menudo me sorprendo a mí mismo poniendo en cuestión incluso mis propias bases en una especie auto boicoteo bipolar. Aparece la falta de convicción y la apatía existencial. Nada a lo que agarrarse.
¿Estoy en bucle? Miro a mi alrededor y veo a la mayoría de seres conscientes perdidos en sus propios bucles… distintos todos, pero bucles, aunque creo que eso no me tranquiliza…
¿Será la razón una trampa en la que he caído como nadie? ¿Debería ser más emocional y vivir sin pensar tanto? ¿Cómo renunciar a uno mismo? ¿Sería eso correcto? ¿Abandonarme al deber implícito de la organización social? ¿Para qué? Tampoco nada me indica que eso lleve a una vida mejor… y lo que es peor… ¿Qué es mejor y qué es peor? Amiga subjetividad.
¡Basta!
¡La gente mayormente emocional juega a la ruleta constantemente, dejándose llevar y llegando a situaciones para luego pensarlas! Yo hago lo contrario, pienso y luego actúo, me gusta la paz y la tranquilidad. Supongo que una búsqueda inconsciente de paz me lleva a pensar antes de actuar. Sí, eso le quita emoción y sorpresa a la vida, efectivamente. Pero también le quita desolación, angustia y sufrimiento. La pregunta es ¿Digo buscar paz y tranquilidad para justificar mi modo de actuar por diferentes miedos que pueda esconder o soy tranquilo y busco la paz realmente y actúo en consecuencia? Es difícil de decir o, incluso, imposible.
En cualquier caso, tengo la sensación de haberme quedado en la etapa del “porqué” eternamente. Soy curioso, muy curioso, pero no con todo. Solo con cosas que superan nuestro entendimiento. No me interesa el progreso tecnológico o los inventos humanos de sobras comprendidos. Me interesa el porqué esencial de las cosas. Me gusta enfrentarme al vacío de la existencia ¿Cómo funciona un coche? No me importa, quiero saber por qué funciona, me interesa el progreso social, humano, antropológico, me interesa conocer las circunstancias de los descubrimientos. No me interesa el primer aeroplano que Leonardo da Vinci diseñó, no me interesan los mecanismos de la electricidad que Tesla descubrió ¡Me interesan sus mentes! sus razones, las circunstancias que llevaron a estos hombres a las conclusiones necesarias. ¿Qué vieron? ¿Qué entendieron? ¿Qué pensaban? …hacer mejores máquinas no nos hace comprender el objetivo de todo esto…. quizá solo lo complica aún más. Quizá solo extiende nuestro ego. En realidad, cuando la vida de cada ser humano llega a su fin, las preguntas esenciales vuelven. Más bien nunca se fueron… Pasamos la vida ocultando nuestras dudas más profundas bajo montañas de materia mental que pierde toda su masa cuando todo lo importante llega a su fin. Cuando la luz comienza a desvanecer, estamos desnudos y no importa cuántas capas de ropa hayamos acumulado…”
—¿Estás aquí Nikola? —preguntó Charles irónicamente, conocedor de los habituales y largos viajes mentales de Nikola a otros “mundos”— Pareces estar muy lejos de aquí.
—Solo pensaba —respondió Nikola.
Nikola se había retirado sigilosamente del grupo para sentarse en una mesita redonda, también sigilosa y solitaria, posada sobre el césped verde que contrastaba con imponente azul del mar. La mesita tenía una silla desocupada lo que fue percibido por Charles como una tentadora invitación.
—Se piensa mejor con una buena birra en la mano ¿Verdad? —preguntó al aire Charles mientras se sentaba.
Nikola se limitó a mirarle con una leve sonrisa y volvió a fijar su mirada en el horizonte. Charles sabía bien que Nikola tenía otros ritmos y, mientras abría su cerveza, dirigió su mirada al mismo punto que Nikola, como tratando de conectar con su pensamiento cuando, de repente, Nikola volvió:
—…tengo la sensación de haberme quedado en la etapa del “porqué”.
—¿A qué te refieres con la etapa del “porque”?
A Charles le gustaba adentrarse en la mente de Nikola de vez en cuando, le parecía divertido. Aunque muchas veces no comprendía los pensamientos sin sentido de Nikola, Charles sentía curiosidad por ellos.
—¡Sí! esa edad en que los niños comienzan a tomar consciencia plena del mundo en el que viven y no pueden dejar de preguntarse el porqué de todo lo que sucede y les rodea. Hasta entonces no hacía falta, pero en un cierto momento de nuestro temprano crecimiento los seres humanos nos hacemos con las herramientas suficientes para dejar de creerlo todo y comenzar a cuestionarlo. Despierta nuestra consciencia y, con ello, el hambre de comprensión. Una pequeña revolución individual contra lo establecido que, por desgracia, muere prematuramente…
—…Ah, ¡por supuesto! —contestó Charles— Que pesados se vuelven los niños cuando no paran de cuestionar y preguntar sobre cualquier cosa ¡Tonterías! Tienen que aprender que las cosas son como son y que no todo tiene una explicación. Eso se aprende con la vida. Esa etapa se supera.
—¿Se supera? —preguntó en tono irónico Nikola— Parece que a los adultos nos inquieta esta actitud. Lo asumimos como una etapa que debe superarse.
—Totalmente, son niños, muy inocentes todavía. Para eso estamos los adultos, para enseñarles a pensar —respondió Charles convencido.
— Es curioso que nos incomoden tanto simples preguntas de críos ¿No crees?
—¿Qué quieres decir?
—Bueno… en realidad cuando ellos preguntan no lo hacen con angustia, lo hacen con ilusión de saber ¡con entusiasmo diría incluso! Sienten curiosidad por la vida, el mundo que nace, crece y muere a su alrededor y realizan que, en realidad, no lo comprenden y, es entonces, cuando la consciencia implosiona y nace la sed de conocimiento. Pero los adultos, no solo no les damos las herramientas necesarias para manejar esta sensación de vacío e incomprensión, sino que, además, la reprimimos porque parece que a nosotros…nos incomoda tanta pregunta…
Nikola dejó su reflexión al aire y Charles lo miró expectante.
—¿…?
—¿Te das cuenta de que todos hemos pasado por esa etapa, Charles?
—…Sí. Claro
—¿Y por qué la abandonamos?
—Mira Nikola, yo no diría abandonar. Simplemente…aceptación de la pura realidad supongo. En esta vida hay que ser productivo y aprovechar el tiempo que ya sabes que es poco. Hacer preguntas no te llevará demasiado lejos ¡Hay que actuar! Siempre según unos valores firmes claro está. Pero pasar la vida persiguiendo fantasmas… no es una buena idea.
—Quieres decir que nos resignamos a la ignorancia… ¿Nos rendimos tan pronto?
—Puedes verlo como tú quieras Nikola. Quizás es cierto que el sistema educativo es algo inflexible y corta de raíz la subjetividad. Pero es algo práctico en el fondo ¿No crees?
Se produjo un breve silencio muy cómodo para Charles, pero no para Nikola, que murmuraba mentalmente y, con el ceño fruncido, dio un trago para aclarar sus ideas y proseguir elevando levemente el tono y posando esta vez su mirada en Charles:
—¿Plantarse ante el universo infinito y, simplemente, mirar para otro lado como si no fuera con nosotros es todo lo que podemos hacer?
—Algo así. —contestó Charles riendo irónicamente.
—No sé cómo podría dar la espalda a saber, comprender, a entender nuestra existencia…
—No es difícil —Charles parecía tenerlo muy claro— Sustituye tus grandes preguntas por valores y principios, por objetivos sólidos y reales que puedas tocar, palpar… en definitiva, alcanzar.
«Valores…mástiles de bandera imaginarios a los que agarrarse para mantenerse en pie frente a un mar abstracto, inestable y continuamente cambiante.» —pensó Nikola en silencio.
—Y dime Charles, ¿cuáles dirías que son tus valores?
—Pues son mis principios, a los que no debo renunciar nunca. La justicia y la familia, por ejemplo ¡Disfruta la vida y trabaja duro por lo que quieres!
—No sé Charles…—Nikola suspiró— La justicia es relativa y la familia no siempre es lo que nos gustaría. Creo que hay que ser flexible. La flexibilidad y los valores no son buenos amigos a no ser que consideres la subjetividad un valor. Cosa rara. —finalmente Nikola sonrió.
…Bueno Nikola, en cualquier caso, estancarse en la subjetividad y en el cuestionamiento constante de todo te aleja de la actividad y de la ejecución ¡no progresas!
—Progreso…—murmuró Nikola— ¡la magna bandera de nuestra especie! Antaño fueron Dios y la religión la bandera que justificó cualquier acto. Ahora es el progreso tecnológico y el crecimiento económico. Sigue siendo un dogma. No preguntes por qué, no peques, reza cada noche y todo irá bien. Pero, sobre todo, no preguntes, no cuestiones, o todo se derrumbará ante tus ojos.
—¡Piensas demasiado Nikola!
—Creo que la represión de la etapa del “porqué” es la causa de que aceptemos dogmas tan fácilmente —sentenció Nikola como si el comentario de Charles no fuera con él.
—¿…?
—Me refiero a… es decir ¿Qué crees que sucedería si dejáramos a los niños preguntar y curiosear libremente, en lugar de darles lecciones sobre cómo son las cosas y como hay que verlas? A veces tengo la sensación de que reprimimos de forma inconsciente a los niños para que acepten y se resignen fácilmente. Y cuando estos niños llegan a la edad adulta, no saben más que reproducir el mismo comportamiento frente a las nuevas generaciones.
—¿Qué tiene de malo? Son niños, no saben casi nada y necesitan orientación para ser personas de provecho en un futuro ¿A dónde quieres llegar Nikola?
—¡No es lo mismo enseñar a pensar que enseñar qué pensar! Opino que una pregunta contiene mucha más sabiduría y conocimiento que una respuesta. La pregunta expande consciencia abriendo un nuevo abanico de posibilidades o perspectivas donde antes no las había, mientras que una respuesta acaba con todo ello.
—¿Por qué?
—¡Porque la respuesta es definitiva y limita las posibilidades! Conociendo que no hay una sola verdad, que todo depende del punto de vista y que no hay nada definitivo, una respuesta tampoco puede ser definitiva en este sentido. Aun así, nosotros la asumimos como tal.
—Entiendo lo que dices. Pero es necesario creer en algo para mantener el rumbo ¿No crees?
—Cierto. Aun así, no se puede negar que se aprende mucho más haciendo preguntas que obteniendo respuestas. —aclaró Nikola.
—Depende de lo que uno entienda por “aprender…”
—Correcto Charles. Pero la situación se pone peor cuando ni siquiera hemos pedido dichas respuestas ¡El sistema educativo da respuestas a preguntas que ni siquiera se han formulado! Estamos adoctrinando a los niños literalmente.
—Me parece muy bien tu reflexión Nikola, pero, sin preguntas ¿como medimos entonces el progreso de los alumnos? ¿Cómo se califica una pregunta correcta o incorrecta?
—¡Por favor! Un niño no debería ser en ningún caso calificado con notas en función de la capacidad de asimilación de verdades impuestas o doctrinas, es decir, por su capacidad de adaptación a la estructura social e industrial de esta sociedad. Existen múltiples maneras de medir el esfuerzo o desempeño sin necesidad de calificar diferenciando entre bueno y malo.
—Muy bonito, ¿y que motivación tendrán los niños para aprender si no se les califica entonces? —Inquirió Charles.
—¿Motivación? —Preguntó Nikola con gesto visiblemente irónico— ¿¿A caso conoces a algún niño que vaya al colegio motivado por ser calificado?? Creo que la cosa no puede ser más desmotivante… Los niños aprenden a la fuerza y terminan asqueados. Deberíamos expandir sus mentes en lugar de limitarlas ¡Luego tienen tanta basura acumulada que nada les interesa y cualquier cosa es mejor que seguir aprendiendo!
—… tiene sentido —asintió Charles con cierta resignación— Pero cambiar el sistema entero es imposible…Si el sistema está de esta forma estructurado, será por algún motivo ¿No crees?
—Por supuesto Charles… hay un motivo y este es mantener en funcionamiento la producción en cadena de borregos acríticos y complacientes con el dogma del consumismo y el crecimiento económico para que sostengan un sistema perjudicial para sus propios intereses y que es, en el fondo, claramente insostenible. Y ¡Claro! para ello, es esencial que las personas no aprendan a preguntar por qué.
—Todos sabemos bien que el sistema hace aguas por varios lados…Pero es el que tenemos y luchamos por mejorarlo, estamos mejor que antes —sentenció Charles.
Se produjo una breve pausa en la que ambos aprovecharon los efímeros segundos para adentrarse en sus propios pensamientos hasta que, de nuevo, Nikola decidió verbalizar el suyo:
—¿Crees que tiene que ver con la represión de la etapa del “porqué”?
—¿El qué?
— Pues la pasividad de la gente en general ante tanto sinsentido…
—¿Por qué iba a tener algo que ver? —respondió Charles algo indignado— Deberíamos dejar de fumar e ir a comer. Nos están esperando…
Nikola, que no tenía en absoluto interés en volver al “mundo” siguió reflexionando en voz alta como si nada:
—Si todos estuviéramos concentrados en cuestiones existenciales, en cuestiones realmente trascendentes, si todos tuviéramos esa curiosidad del niño por el “porqué” esencial de las cosas, veríamos las raíces de todos los problemas. Dejaríamos de fijarnos en los síntomas para atacar directamente la enfermedad y el sistema se adaptaría a las personas y no las personas al sistema. Buscaríamos la felicidad en la intangibilidad en lugar de depredar como pirañas hambrientas todo lo que nos rodea para matar al remordimiento que supone saberse ignorante por voluntad propia. Pero, claro está que los valores, así como muchos conceptos enraizados en nosotros, deberían ser eliminados o transformados para ello.
—¿A qué conceptos te refieres? —preguntó Charles asumiendo que la conversación no había terminado todavía.
—En realidad, es complicado acotar porque se trata de un cambio de paradigma general donde, sin ir más lejos, deberíamos aceptar la relatividad de toda verdad, deberíamos construir una nueva filosofía donde el individuo no fuera el centro. El famoso “Pienso luego existo” de Descartes, por ejemplo, parte del ego.
—Es Interesante… —respondió lentamente Charles mientras tomaba tiempo para ordenar sus ideas— Creo que la humanidad es como un gran buque que necesita grandes esfuerzos para modificar ligeramente su rumbo sin partirse en pedazos, así que danos un poco de tiempo amigo. Aun así, te diré que divagas un poco y te pierdes en preguntas sin respuesta. De nuevo te repito, no es productivo. Vamos a hacer algo realmente provechoso y dejemos estas tonterías por hoy que es tarde. —concluyó Charles con un tono ya más imperativo.
—¿Productivo? ¿Qué es para ti productivo?
—Pues hombre, aprovechar el tiempo…
Nikola le miró expectante.
—¡Hacer cosas útiles!
—¿Cosas útiles? ¿Cómo qué? —a Nikola le gustaba jugar con Charles y llevarlo al límite sin que este se percatara y, justo ahora, sentía la necesidad de hacerlo.
—Pues cosas que te hagan sentir bien ¡disfrutar de la vida! —Respondió Charles mientras caía en la red.
—¿No disfrutas conversando sobre la vida y sus misterios, fumando un poco y tomando una cerveza?
—No sabría que decirte… —Respondió Charles encogiendo los hombros— Yo, sinceramente, prefiero no agobiarme demasiado rato con estos temas… Ya lo sabes.
—Te entiendo Charles, todos hemos sido educados en una gran variedad de materias y disciplinas, incluso sin haberlo requerido, pero nunca se nos han ofrecido herramientas para gestionar el vacío que supone no saber quién es uno mismo y por qué está aquí. Nadie conoce por qué estamos aquí, de dónde venimos ni a dónde vamos, pero, a pesar de ello, fingimos que no importa, nos convencemos de que eso no nos preocupa…pero todos sentimos ese vacío existencial y lo llenamos como buenamente nos han enseñado a hacerlo… Es algo común.
—¿Tú crees? —Inquirió Charles— Todos sabemos que esas preguntas no llevan a ningún lado ¿Por qué debería preocuparme entonces?
—Yo creo que te preocupa…—Respondió Nikola esbozando una sonrisa—
—¿Y por qué lo crees?
—Por qué, como bien has dicho tú mismo, te agobia el tema. Te sobrecoge, te engulle y sientes miedo ante la sensación de no saber absolutamente nada en realidad. De pequeño te enseñaron que las cosas son como son, que no debemos cuestionar las bases que nos sustentan y mucho menos cuestionar nuestra existencia. Te prohibieron saltar al vacío y nadar en aguas profundas a las que hoy en día temes por miedo inconsciente a lo que no termina, a lo que no puedes ver y comprender con tus sentidos. Por este motivo, tu vida está estructurada de un modo que obvia a la misma muerte ¡Es como si la muerte no formara parte de tu vida! Todo lo que haces y todo lo que te importa es efímero, pero finges con absoluta normalidad que no lo es.
—¿de qué estás hablando Nikola? —incidió rápidamente Charles.
—¡Fíjate Charles! Tan solo nombrar la muerte te ha puesto tenso. No te preocupes, temes a la muerte porque lo desconocido nos da miedo y ¿qué hay más desconocido que la propia muerte? Debemos comenzar a perder el miedo a lo profundo y a lo desconocido para poder evolucionar y encarar las grandes preguntas que hoy en día nos ocultamos con tanto esfuerzo y que tanto desequilibrio interior nos cuesta, porque ¿no creerás que mentirse a uno mismo es gratis? Tendemos a creer que lo que no se paga de forma tangible no tiene coste. Pero lo tiene… ¿Quieres saber cuál es?
—A ver… Sorpréndeme… —Respondió Charles exhausto y resignado.
—El presente.
—¿El presente?
—Renunciamos al presente. Necesitamos mantener la mente ocupada con recuerdos y proyecciones del futuro para huir del vacío existencial que supone el aquí y ahora. Para olvidar que nadamos en aguas profundas, las personas necesitan mantener sus mentes ocupadas con lo que sea y en esto mismo se basa nuestra educación y nuestro sistema: Satura las horas de cosas que nos mantengan distraídos para que nuestra mente no se pare y pregunte ¿Por qué? ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Quién soy? ¡No nos engañemos más! El ser humano necesita saber quién es, por qué vive y por qué muere. Necesitamos saber que la vida tiene algún sentido y qué lo que hacemos vale la pena ¿O no? Pero, lamentablemente, no lo sabemos, y cuando piensas en ello, toda tu vida se tambalea frente al precipicio. Por eso, el precio que pagamos es el mismo presente, básicamente, porqué huimos de él.
—Bueno Nikola… fin de la conversación, es una pérdida de tiempo, te lo he dicho mil veces.
—¿A caso te da miedo abrir los ojos y ver que tus valores y principios desaparecen y que todos los mástiles de las banderas a las que te agarras se convierten en humo? Abrir los ojos no es de cobardes amigo…volver a la etapa del porqué…
—¡A la mierda! —espetó Charles levantándose de su silla visiblemente indignado— tienes problemas para adaptarte ¡eso es todo! Por eso cuestionas mi forma de vivir ¡porque no has llegado hasta donde yo he llegado! Yo he aprovechado mi tiempo, he trabajado duro y ahora tengo un buen trabajo, una casa y una familia.
—Discúlpame —respondió Nikola sin alterarse lo más mínimo— Quizá tienes razón, dejémoslo y vamos con todos.
—… No pasa nada, ya sabes que estas cosas me agobian a veces. No sé por qué te sigo la corriente… Igual me he puesto demasiado nervioso no quería decir que…
—Tranquilo Charles, sabes que las hemos tenido peores.
—No me lo recuerdes… —Charles esbozo una sonrisa.
Nikola dio un último trago y se puso en pie. Ambos ajustaron bien su silla a la mesa y comenzaron a caminar hacia el “mundo”.
—Y bueno… ya que has sacado el tema, ¿cómo te va la vida Charles?
—La verdad es que estoy en el camino que siempre me he marcado…
—Eso no responde a mi pregunta —respondió Nikola con gesto serio.
—…Bueno, es complicado, ya sabes, la vida es así, no siempre se puede ser feliz o estar bien, al menos soy consecuente con mis principios, ya sabes… Tengo mi vida y sigo adelante sin pensar demasiado.
—¿Por qué?
Responder