Cuando un niño pregunta ¿por qué? no tengas miedo. Si no tienes respuesta, no temas contestar «no lo sé». Estarás construyendo un futuro mejor de mentes más abiertas y valientes.
No le quites al niño la responsabilidad de pensar, la oportunidad de cuestionar y reflexionar sobre su realidad. No contribuyas a construir sociedades adultas dormidas y complacientes con cualquier dogma. Sabes que, a veces, no hay respuesta. Pero aún así, se lo ocultas al niño, no le permites dudar ¿Por qué? Por que, en realidad, te lo ocultas incluso a ti mismo. Y es que a ti también te reprimieron la curiosidad en su momento. También te quitaron la responsabilidad de pensar por ti mismo y cuestionar tu realidad.
Ciertamente, desconocemos el porqué de todo si cavamos lo suficientemente profundo en cualquier cuestión. No sabemos de donde venimos, ni a donde vamos. Somos una sociedad traumatizada por ello e incapaz de afrontarlo. Es mejor no hablar de ello, parece.

La mente de un niño se abre inocente y sin prejuicios ante una realidad que no entiende y no puede evitar preguntar el porqué. Pero las respuestas vacías y superficiales de los adultos nunca le convencen, sabe que falta algo. Vuelve a preguntar ¿por qué? y se topa con la misma pared. Sucede lo mismo hasta que el adulto se cansa, se pone nervioso y decide imponer el «por que si» o el «ya lo entenderás», mintiendo y dando por terminada la conversación.
Deja una respuesta